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"Por debajo de los 21, no hay tabaco", advierte un pequeño cartel a la entrada del comercio "Bouverie Iconic Magazine", que vende diarios, bombones, café y pasteles en el barrio de Nolita. Y no hay manera de hacer trampa. El documento de identidad es sometido a un escáner, y sin documento de identidad no hay manera de conseguir cigarrillos.
La medida por la que la edad mínima legal para hacerse de tabaco se aumenta de 18 a 21 años es la primera de este tipo en una gran ciudad de Estados Unidos. Adoptada el 19 de noviembre por el exalcalde Michael Bloomberg, recién comenzó a regir seis meses más tarde.
Nataleigh Kohn, de 23 años, no se resiste a los controles del vendedor.
"Es una buena cosa", dice, "impide que los alumnos de Secundaria comiencen a fumar".
Thomas Wall, un exfumador de 24 años que labora en el dominio de la arquitectura, es de la misma opinión y se dice satisfecho de que la medida abarque también a los cigarrillos electrónicos, en los cuales afirma no confiar "para nada". "Esto va a desalentar a cierto número de jóvenes", sostiene, aunque advierte que aquellos estudiantes de Secundaria que lo deseen encontrarán de todas maneras "otra forma" de procurarse cigarrillos. "Sucederá como con las leyes sobre el alcohol: pedirán a alguien más viejo que compre por ellos".
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